Estudiando mi adicción con la comida
Comer en sociedad: es algo que me da muchos problemas.
Comer para celebrar algo, comer rodeado de gente que habla, comer de pie y
cosas de picoteo. Todo esto para mi es muy complicado por que me relajo y bajo
la guardia. NO soy consciente de lo que como, abro la puerta, y todo para
adentro.
Los frutos secos, para mi alimento son un alimento dudoso
y con gran peligro. Se que la duda
esconde la mentira en la que no quiero reconocer un alimento compulsivo. Lo
llamo dudoso por que lo como una vez y no pasa nada. No es tan fuerte como la
harina y el azúcar. Pero una vez y otra vez, separadas por días, es como una
grieta en una presa que cada vez se va haciendo mas y mas grande. Siempre es
poquito a poquito, la bola de nieve. Las recaídas empiezan en mi caso por
poquitos, y estos frutos secos son esos poquitos. Los como por la excusa del
hambre, que si no hay otra cosa para comer, que si he comido poco. En el fondo
se que estas cosas que se comen con la mano para mi son compulsivas. No querer
reconocerlo es mantener la puerta abierta a la gula.
Mi nevera, es una trampa mortal, astuta y
sigilosa. Vivo en un piso pequeño, y la nevera es pequeña también. Eso hace que
tenga poco espacio para almacenar comida
y que siempre tenga la justa. Es
cuando se me va acabando la comida, y no tengo lo que necesito, cuando me tengo
que buscar la vida comiendo fuera, o ir al supermercado. Y esto me
inestabiliza. Una nevera pequeña significa mas viajes al super, es decir,
enfrentarme mas veces a mi adicción a la comida en ese lugar tan peligroso para
mi.
Realmente el problema esta en el
congelador que es muy pequeño, que es donde guardo lo que mas como, la base de
verduras congeladas que uso para la mayoría de mis platos. Una vez, una
compañera me dijo que no comiera verduras congeladas. Yo lo hago por comodidad
y rapidez a la hora de cocinar. Pero he pensado que quizás debería no comprar
tanto congelado y comprar lo mismo pero en envases que se puedan conservar a
temperatura ambiente. Aunque la solución parece que va a pasar por mudarnos a
un piso mas grande, con una cocina y nevera mas grande. Es increíble como cada
pequeño aspecto afecta a mi abstinencia.
La maquina de comida de la oficina: otra trampa con la que tengo que
convivir en el día a día. Normalmente no llevo dinero, pero ni por esas me
salvo. En la oficina han aprendido a que eche cosas golpeándola y
zarandeándola. Con el calor del verano la maquina sonaba mucho, por que es como
una nevera. Y para que dejara de hacer ruido hay que golpearla. Así que con esa
escusa allí que íbamos todo el día a darle de golpes, deseando que cayera algo.
Eso es gula, con la excusa de “bueno vamos a darle a ver si se calla”, aunque
realmente el sonido si es bastante molesto cuando la oficina esta totalmente en
silencio.