Honestidad, defectos de caracter y perdón
La honestidad para mi es ser
consciente de quien soy, de mis fallos, de mis defectos de carácter, de mis
debilidades, y también de mis virtudes y cosas buenas. Honestidad es no creerme
mejor o peor que nadie, si no ser solo yo mismo. Honestidad es tener un sentido
de la realidad de mi alrededor y no ver la realidad alterada por la enfermedad
y los defectos de carácter. Honestidad es no juzgar a nadie y no juzgarme a mi
mismo. Honestidad es no compararme con nadie motivado por los defectos de
carácter. La honestidad para mi es la llave de la autoestima. Solo reconociendo
mis defectos y siendo honesto conmigo mismo, puedo ver mis cosas buenas.
Honestidad para mi es ser capaz de decirme a mi mismo que estoy gordo y no
sufrir por ello ni que se acabe el mundo, si no asumirlo y empezar a trabajar
por mejorar la situación. La honestidad para mi es el sacrificio de la verdad y
sinceridad sin tapujos.
La honestidad para recorrer el
camino de mi recuperación es imprescindible. Yo era experto en mentirme a mi
mismo y creerme mis mentiras, sobre todo con la comida. Mentirme a mi mismo con
la comida es acercarme a la recaída. Necesito ser honesto con el daño que he
hecho a los demás y a mi mismo para poder repararlo, y para dejar de hacérselo.
Si no soy honesto me alejo de la
recuperación. En este caso se trata de cerrar heridas del pasado. La Honestidad
me surge de la necesidad de recuperación, de la necesidad de no perder la nueva
vida en recuperación que he encontrado. Las ganas de la recuperación son las
mismas ganas de vivir, lo que me hace ser honesto.
Irónicamente, yo creo que la
compulsión por la comida, el miedo y el sufrimiento por esta enfermedad tan
destructiva es lo que me ayuda a ser rigurosamente honesto conmigo mismo. Por que me hace desear estar bien. Aprendí a dar gracias a la
enfermedad por empujarme a querer estar mejor. No estaría donde estoy hoy si no
hubiera pasado por todo lo que he pasado. Lo que no te mata te hace mas fuerte
es un dicho que en mi se cumple. Mi compulsión por la comida no me ha matado,
pero el proceso de recuperación me ha hecho mas fuerte, mejor persona, por toda
la ayuda recibida y el concepto de poder superior.
Y también no perder la serenidad
que he encontrado y que me mantiene estable, lejos de las recaídas.
Me he dado cuenta de que llevo muy
mal las interferencias exteriores de otros en mi plan de comida. Que me
ofrezcan comida, o que otra personas traiga alimentos compulsivos o muy
energéticos a mi ámbito. Como buen adicto a los hidratos de carbono que soy, me
digo a mismo que otros no me dejan adelgazar. La clave es que yo soy incapaz de
decir que no. Culpar a otros de lo que como es muy codependiente, pero
realmente yo soy incapaz de decir que no. Al menos ahora puedo moderarme y
cuando como cosas así, no terminar dándome un atracón de caballo.
Esto igual al resto de las cosas y
situaciones. Escribiéndolo me doy cuenta de que yo puedo tener una parte de
culpa, y que otros su parte. No se donde leí que los hábitos de comida se
traspasan de una persona a otra, como por osmosis de unos a otros. Es un mimetismo
social comer como los demás. Yo soy impotente ante la comida, no se decir no.
Al menos trato de reconducir la situación, alejar la comida de mi, y adaptarme.
Si me centro en la conversación, y miro a las personas a los ojos, la comida
desaparece.
En cuanto a culpar a otros de mis
problemas, solo me pasa cuando la gente me hace daño con sus acciones. He
aprendido a ver los defectos de los carácter de los demás y así ver por que
hacen las cosas. Pero necesito trabajar los resentimientos cuando los siento y
no solo en el cuarto paso. Aunque muchas veces me los imagino, o me los
encuentro de morros cuando investigo por que alguien me ha hecho algo.
Juzgarme a mi mismo es lo peor que
puedo hacer, yo soy el fiscal mas duro para mi mismo. Detrás de eso se esconde
el látigo del perfeccionismo. Juzgarme a mi mismo esta relacionado directamente
con la autoestima. Gracias a dios he aprendido que la autoestima de mi mismo va
por otro lado distinto a mi comida y a mi físico. No gano nada castigándome por
lo que no me gusta, y debo centrarme en lo que me gusta de mi. A veces me cuesta pero veo que otras personas
ven cosas buenas en mi. También es peligroso basar mi autoestima en la opinión
de otros. Pero sentirme querido ayuda.
Descomponer una situación en
defectos de carácter, examinar lo que siento, permitirme sentir lo bueno y lo
malo sin querer taparlo, me ayuda a vivir sin juzgarme.
He aprendido que los defectos de
carácter reaccionan como los productos químicos. Yo le hago algo a alguien por
que esa persona me hizo eso. Las venganzas y devolver la pelota, aunque sea
emocionalmente. No reaccionar, y descomponer mis acciones en defectos de
carácter para ver que me pasa, me resulta muy enriquecedor, y me ayuda a no
tomar acciones motivadas por los defectos de carácter. Ponerme en el lugar de
otros, y pensar en sus motivaciones, y ver por que hicieron lo que hicieron,
también me ayuda a perdonarles. Esto me viene de la aceptación de que otras
personas tienen sus propias motivaciones distintas a las mías, y que yo no
puedo controlarles.
Estar en paz conmigo mismo, y
poner paz en mi pasado, para poner las bases de una abstinencia duradera, y
mantener una serenidad es una motivación para continuar trabajando los pasos de recuperación. Solo así en paz puedo mantener mi comida separada de
mis emociones.
Primero tengo que aprender a perdonarme
a mismo, puesto que el poder superior yo lo concibo fuera y dentro de mi.
Perdonarme mis debilidades, perdonarme a mi mismo por ser comedor compulsivo,
por estar enfermo, por tener sobre peso. Perdonarme a mi mismo por tantas
cosas, por tener defectos de carácter, por la pereza y por no hacer todo lo que
me gustaría hacer…
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