Continuando con mi paso cuarto
¿Somos egoístas y
permitimos que nuestros deseos nos
dominen mientras ignoramos las necesidades del prójimo?
Si. Soy más insensible al sufrimiento de otros desde que
estoy en el programa. Pero también soy más solidario y generoso. Ya no dejo que
el dolor, y el sufrimiento de otros se haga mío y me haga sufrir a mi también.
Sobre todo cuando me he dado cuenta que hay personas que sufren por sistema,
que el sufrir esta en su manera de ser, y que pase lo que les pase sufren.
Todos tenemos problemas, pero yo con el programa he aprendido a no sufrir con
ellos. Me duelen, pero escojo no sufrir. Trato de ser solidario en la medida
que puedo, pero con un límite. No puedo hacer mío el sufrimiento de otros. Ese
es el límite. Creo que es lo que llaman el “desprendimiento emocional”.
¿Hemos gastado dinero
que nuestra familia necesitaba en la práctica de nuestra enfermedad o en la
gratificación de otros deseos?
Inicialmente digo que no, pero la autocomplacencia es un
defecto de carácter muy peligroso. La comida nunca me ha avasallado
económicamente, pero si es cierto que muchas veces he dado prioridad a mis
aficiones antes que a las obligaciones, a arreglar la casa, o a ahorrar. En
esto veo mi mentalidad de adicto que se expresa en todo lo que hago, en las
decisiones que tomo. He preferido la recompensa de darme algún capricho antes
de hacer cosas necesarias, pero sin las que podía estar, aunque creo que no he llegado al límite de la compra
compulsiva.
¿Hemos hecho oídos
sordos a nuestros hijos o a nuestra pareja cuando nos necesitaban?
He aprendido en el programa a poner límites. A saber cuando
debo estar y cuando no. Muchas veces la otra persona solo quiere volcar sobre
mi su basura emocional. Y ahora se decir que no, que yo no estoy para eso y que
hay otras personas, otros lugares y otros modos para que ella haga eso. Yo no puedo curar a otra persona. A
veces no puedo conmigo mismo.
¿Permitíamos que las
necesidades de otros nos gobernasen mientras ignorábamos las nuestras?
Yo creo que no, mi egocentrismo no me dejaba. Se unía con
mi codependencia en una extraña necesidad de “ven a mi y hazme feliz”, incapaz
de ser feliz por mi mismo. No pensaba en las necesidades de los demás, si no en
usar a otros para cumplir las mías, y en que era incapaz de ello. No aprendí a
ponerme en el lugar de los demás hasta que llegue al programa de OA.
Etiquetas: cuarto paso
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Home