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viernes, mayo 20, 2011

¿Por que admitir que soy impotente ante la comida me hace más fuerte ante mi enfermedad mientras no busque refugio en la comida?

¿Por que admitir que soy impotente ante la comida me hace más fuerte ante mi enfermedad mientras no busque refugio en la comida?

Aprendi a base de recaidas y atracones que a solas la comida siempre gana. Si me quedo solo con un alimento compulsivo el deseo imperioso me invade y soy incapaz de rechazarlo por mis propios medios. Se desarrolla en mi interior una lucha, “el me lo como o no me lo como”. En mis pensamientos empiezan a surgir toda clases de excusas que me justifiquen, que me den una coartada, para comerlo y no sentirme culpable en el momento. Asi se doblega mi debil fuerza de voluntad ante la comida. Solo no puedo con la comida.

Como siempre pierdo he aprendido que no debo luchar. La comida me puede, siempre me gana, estoy derrotado de antemano si trato de luchar contra ella. Asi que no entro en guerra. Esto puede parecer un misterio pero es sencillo, es mi mente obsesiva compulsiva la que lo hace complejo. No me quedo nunca solo con alimentos compulsivos. Los aparto de mi, los rechazo, los saco de mi vista, se los doy a otra persona. Lo que sea menos quedarme a solas contra ellos. Mi debil voluntad no puede salir victoriosa en esa contienda. Asi que procuro que no se inicie. Para hacer esto tengo que tener el deseo de no querer comer compulsivamente, por que si quiero comer y me quedo a solas con la comida, nada me va a frenar. El deseo de parar me viene del trabajo de los pasos y el uso de las herramientas. Escribir, leer, llamar, me da la voluntad y motivacion que yo no tengo para rechazar los alimentos compulsivos. Pero no es una lucha de me lo como o no me lo como y digo no me lo como y venzo a la comida. No. Asi pierdo siempre. Ya no lucho. Se que siempre pierdo. Necesito ayuda. Es como la otan, si un enemigo externo ataca a un pais, el resto le ayuda. Pues a mi la comida me gana, me puede, estoy derrotado ante ella, y por eso pido ayuda al programa y todos los mecanismos y herramientas que me dan para salir adelante.

Admitir que soy impotente y que pierdo la guerra ante la comida una y otra vez me pone en marcha para pedir ayuda, y a raiz de aceptarla, mejorar. Si creo que yo todavia puedo con la comida, en su terreno, es decir a solas contra ella, voy a seguir perdiendo una y otra vez.