ESCRIBE AQUI EL TEMA SOBRE EL QUE QUIERES LEER EN MI BLOG:
Búsqueda personalizada

martes, enero 20, 2009

Primer paso de alcoholicos anonimos, comentado por un comedor compulsivo (parte tres y final)

Era claramente necesario levantar el fondo que el resto de nosotros habíamos tocado hasta el punto que les llegara a tocar a ellos. Al repasar nuestros historiales de bebedores, podíamos demostrar que, años antes de darnos cuenta, ya estábamos fuera de control, que incluso entonces nuestra forma de beber no era un simple hábito, sino que en verdad era el comienzo de una progresión fatal. A los que todavía lo dudaban, les podíamos decir, "Tal vez no seas alcohólico. ¿Por qué no tratas de seguir bebiendo de manera controlada, teniendo en cuenta, mientras tanto, lo que te hemos dicho acerca del alcoholismo?". Esta actitud produjo resultados inmediatos y prácticos. Entonces se descubrió que cuando un alcohólico había sembrado en la mente de otro la idea de la verdadera naturaleza de su enfermedad, esta persona nunca podría volver a ser la misma. Después de cada borrachera, se diría a sí mismo, "Tal vez esos A.A. tenían razón . . . " Tras unas cuantas experiencias parecidas, a menudo años antes del comienzo de graves dificultades, volvería a nosotros convencido. Había tocado su fondo con la misma contundencia que cualquiera de nosotros. La bebida se había convertido en nuestro mejor abogado.

El trabajo del programa me ha enseñado a ver los síntomas de la enfermedad de la compulsión por la comida en mi propia persona, en mi comportamiento, en mis acciones y reacciones. Cuando aprendí a ver la enfermedad en mi, empecé a verla actuando en los demás. Muchas personas a lo mejor no estaban enfermas ni eran adictas, pero si tenían actitudes y comportamientos enfermos. Fue como si hubiera apartado la mirada y al volver a mirar a las personas que me rodeaban los viese distintos, de una manera diferente. Ahora veía los síntomas de la enfermedad que veía en mí, y podía tener prudencia y precaución ante ellos.

¿Por qué tanta insistencia en que todo A.A. toque fondo primero? La respuesta es que muy poca gente tratará de practicar sinceramente el programa de A.A. a menos que haya tocado fondo. Porque la práctica de los restantes once Pasos de A.A. supone actitudes y acciones que casi ningún alcohólico que todavía bebe podría siquiera soñar en adoptar. ¿Quién quiere ser rigurosamente honrado y tolerante? ¿Quién quiere confesar sus faltas a otra persona y reparar los daños causados? ¿A quién le interesa saber de un Poder Superior, y aun menos pensar en la meditación y la oración? ¿Quién quiere sacrificar tiempo y energía intentando llevar el mensaje de A.A. al que todavía sufre? No, al alcohólico típico, extremadamente egocéntrico, no le interesa esta perspectiva - a menos que tenga que hacer estas cosas para conservar su propia vida.

La pregunta es cuan hondo esta dispuesta a llegar mi mente enferma antes de decidir por mi mismo que así no puedo seguir. Mi propio fondo personal es tan profundo como dolor sea capaz de soportar. Llega un momento que yo mismo me abandono a la enfermedad y acepto que mi vida es obesidad y atracones, que no hay otra cosa en la vida para mi. Y esa es una gran mentira de la enfermedad que mi mente enferma asimila. La enfermedad se perpetúa en mi cabeza con el mecanismo de hacerme sufrir continuamente. Y es todo ilusión, ficticio. Mi mente enferma magnimiza el dolor que yo sufro haciendo de un grano una montaña, para que no lo pueda soportar y huya hacia el objeto de mi adicción. Hay que poner pie en pared y decir basta. Hasta aquí he llegado voy a empezar a curarme, a quererme, a recuperarme, y voy a luchar por mejorarme a mi mismo. Voy a darle una oportunidad al programa y a mi mismo.

Bajo el látigo del alcoholismo, nos vemos forzados a acudir a A.A. y allí descubrimos la naturaleza fatal de nuestra situación. Entonces, y sólo entonces, llegamos a tener la amplitud de mente y la buena disposición para escuchar y creer que tienen los moribundos. Estamos listos y dispuestos a hacer lo que haga falta para librarnos de esta despiadada obsesión.