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sábado, diciembre 08, 2007

la idea de declarar un ALTO cuando tu vida se pone ingobernable

Para mí una parte del modo de vida de los doce pasos, es saber decir basta cuando las situaciones me sobrepasan. Cuando mi vida va demasiado rápido y pasan demasiadas cosas, yo necesito frenar y relajarme. No puedo digerir tantas emociones a la vez, por que me sobrepasan, me estrello, me duele, y para que no me duela, se activa el mecanismo adictivo que hay en mí, de usar la comida como anestesia. Y de esta manera, prefiero prevenir que esto pase antes de que ocurra. Mejor prevenir que curar.

Vivir el programa es la infinita búsqueda del camino medio, ni todo o nada, el 50%. Ver cuanto puedo soportar sin dañarme o dejar de. Ni dejar de comer totalmente, ni vivir a base de atracón diario. Solo comiendo para vivir, no vivir para comer. Y así con todo, saber cuales son mis limites, y no sobrepasarlos, por que hacerlo me lleva a la recaída. Conocerme y saber que no puedo saltarme comidas, que no puedo estar demasiado extenuado, que no puedo dejarme llevar por la soledad o por la ira, que no puedo viajar dos semanas sin ir a una reunión, por que detrás de todos estos excesos esta acechando la enfermedad, la recaída, esperando a que me confíe para llevarme otra vez donde ella quiere. Al dolor del atracón y de la soledad.

Soltar riendas y vivir en la moderación, es vivir a este 50%. Yo soy comedor compulsivo y lo quiero todo. Quiero toda la comida, quiero todas las fiestas, todos los viajes, todos los saraos, quiero hacer mas cosas de las que puedo vivir y soportar sanamente. Soltar riendas es dejar de decidir que quiero yo, y vivir según lo que la vida me pone por delante. Dios esta detrás de estas coincidencias, y el orquesta mi vida según lo mejor para mi en cada momento. Si yo me atengo a eso, y se cuales son mis limites, no hay nada que pueda ir mal. Acepto como un algo rotundo en mi vida, que cuando tengo suficiente, me paro, y descanso por que ya no puedo soportar mas. No me desespero por eso. Acepto que esos son mis límites, y que tengo que vivir así, por que mas, me llevaría a recaer, y entonces, preso de la comida y los atracones, no tendría nada. Ni siquiera ese 50% de todo lo que me gustaría hacer.

Es difícil vivir así en medio de una ciudad grande donde todo es rapidez, estress y locura. He aprendido a ser una especie de asceta urbano, a vivir a mi manera, sin hacer caso de nada ni de nadie, ni siquiera de mi mismo, solo de la voz interior, de mi instinto limpio de compulsión tras un buen tiempo de abstinencia. Una vida social agitada basada en cenas, cócteles y demás, es difícil de compatibilizar con el programa de Oa. Pero se puede, siempre hay maneras. Yo hoy día puedo salir a cenar, pero en mi justa medida, no todos los días. Apunto en mi plan de comidas cuando voy a salir a comer fuera, y luego me adapto a las cartas de los restaurantes. Y trato siempre de no mezclar ambientes emocionalmente inestables con comida peligrosa para mí.

El miedo a la recaída, al dolor de comer compulsivamente, a perderme yo mismo, puede ser un motor perfectamente valido para mantenerme abstinente. Igual que lo es el aceptar todos los regalos del don de la abstinencia y la recuperación: la claridad mental, el dejar de sufrir, la perdida de peso, la paz y la serenidad, el aprender a vivir, el aprender a relacionarnos con los demás sin dolor o disputas. Tantas y tantas cosas que merecen la pena. Y cuyo secreto no es ni nada mas ni nada menos, que entregar nuestra voluntad a dios, dejar de conducir mi coche y dejar que el decida. Soltar el manillar y mantener el equilibrio.