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lunes, octubre 15, 2007

En la vida de un comedor compulsivo, el razonamiento, como la mayoría de las personas lo utilizan, no es enteramente fiable

Esta es la enfermedad de la mentira y el autoengaño. He mentido a otros sobre cuanto, cuando y como he comido. He escondido comida. He olvidado que he comido comida. He dejado de comer y luego he vuelto al abrazo de la comida mintiéndome a mi mismo, pensando que esta seria la ultima vez.

Mi mente me pone trampas para que coma. Recibe todos los estímulos externos relacionados con la comida multiplicados por 10. Yo lo llamo “el radar”, siempre se donde hay comida. Es como una especie de sexto sentido, muy molesto por que siempre detecta mis alimentos compulsivos, que yo trato de ignorar, y que con el trabajo del programa y la ayuda de dios, lo logro.

Se que no me puedo fiar de mi mente. Siempre tengo mi mente y mis emociones en entredicho. No me hago caso, por que tiendo a ser muy dramático, y sobresentir mis emociones por que soy hipersensible. Además en malas épocas puedo tener subidones y bajones emocionales. Puedo pasar, cuando estoy comiendo compulsivamente, de la depresión mas profunda, a la euforia más extrema.

Además, yo no puedo vivir como lo hacen los demás. Por que mi mente no funciona igual. Soy comedor compulsivo, estoy enfermo, soy un enfermo emocional, y como tal, mi mente y mis emociones son diferentes a los de una persona normal. Y como tal he de vivir de acuerdo a otro modo de vida que me aleje de mi enfermedad y minimicé sus síntomas.

Los clichés y modos de vida modernos de nuestra sociedad occidental capitalista a mi me han llevado a la autodestrucción. Pero tengo que vivir inmerso en esta sociedad, pero he escogido ser una isla de paz y de serenidad en medio de la locura. He dejado de perseguir fantasmas por que la frustración de no alcanzarlos nunca destruía mi autoestima y mi mente.

Ahora que se que jamás seré el mas guapo, el mas rico, el más delgado, puedo aceptarme tal como soy y empezar a disfrutar lo que tengo y no vivir llorando lo que no tengo.

Ya no quiero el coche ultimo modelo y la novia rica y guapa ni unos abdominales de vértigo. Ahora quiero lo que tengo y soy feliz con ello. Si quiero más intento ser realista y trazar un plan para conseguirlo y luego trabajar día a día, un solo día a la vez. No exigirlo a la vida sin trazar un plan. Nadie me va a dar nada, no voy a lograr sueños imposibles solo exigiendo, todo requiere mi esfuerzo, un día a la vez. Incluido mi recuperación, hasta comprarme un ordenador portátil ultimo modelo, hasta tener buenas relaciones con mis compañeros y jefes en el trabajo.

Las personas normales viven midiendo a las personas por quien son y lo que tienen. Basan su autoestima en quien son y cuanto tienen. Yo he aprendido a mirar en mi interior, y a partir de ahí, aprendí a mirar en el interior de los demás. Ya no quiero ser rico por que tendría un montón de enemigos y seria infeliz. Ahora prefiero un peor trabajo con menos dinero, pero mejor ambiente de trabajo. La sinceridad, y la humildad es la clave, algo que se ha perdido en estos días locos de vértigo en las ciudades modernas.

Recuerdo con 14 años decirle a un amigo que a mi jamás me abrazaría una chica como aquella a la que mirábamos los dos. Odiaba mi cuerpo. Tenía mi autoestima por los suelos. Hoy siento que mi vida ha dado un vuelco. Cuando he renunciado a ello, he trabajado lo mejor que he podido y dios me ha concedido lo que quería y a lo que renuncie. Hoy si tengo el coche que quiero, es un coche bueno, no un deportivo.

Hoy tengo brazos en quien abrazarme y no son los de una modelo. Hoy tengo sufíciente dinero para vivir y estar tranquilo. Hoy soy feliz en la moderación del punto medio en todo lo que hago vivo y digo. Ya no vivo presa del exceso. Estoy aparte del exceso. Me he apartado del mundanal ruido, y la recompensa es una gran tranquilidad que ha parado los atracones.

Gracias a dios y a oa por ello.