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sábado, septiembre 23, 2006

Resbalón por tres galletas

Estoy asustado. Muy asustado. Veo la recaída desde el borde.

Tengo una abstinencia basada en escudarme de la comida. Y así, antes o después llegara un momento en que no podré huir más de la comida. He de encontrar otro método de mantener la serenidad. Sobre todo buscar una motivación, la gasolina para mi alma. Algo que me de fuerzas para continuar con esto. Por que últimamente he sentido que desearía ser una persona normal, un comedor normal, en cuanto a lo que comida se refiere. Y eso es peligroso, muy peligroso, por que me lleva al pensamiento de sentirme marginado, apartado, raro. Y a pensar que por que no voy a poder yo comerme un poquito de eso si todos esos pueden. Si ellos pueden, no están enfermos. Pero yo no puedo, por que soy un comedor compulsivo y estoy enfermo. Terriblemente enfermo.

Me duele ver comida, me duele ver alimentos compulsivos para mi. No se decir que no, me tiran del pecho de la boca del estomago. Me alteran, me quitan la serenidad. Cada visión de comida o de personas comiendo alimentos compulsivos, va minando mi fortaleza hasta que acabo jugueteando con el desastre.

Este fin de semana.

El viernes cumpleaños. Fue un cumpleaños de niña pequeña. Me sentí mal por que ella me gustaba y se fijo en otro. Mucho picoteo. Se supone que aquello iba a sustituir a la cena. Para mi allí solo había aceitunas. Se esforzaron e intentaron ofrecerme algo, pizza de espinacas, pero yo si lleva harina no lo tomo. Gracias al poder superior tome la decisión correcta. Luego ni siquiera me ofrecieron tarta. Quede mal. Y que. Salvaguarde mi abstinencia. Pero me quede con mucha hambre.

Tome la desacertada decisión de quedarme en casa de ellos por que estaba cerca de mi grupo y no tenia sentido de volver hasta casa para luego volver. Dormí poco y mal.

Tras la reunión del sábado por la mañana me tuve que enfrentar a una comida en grupo. La comida era buena para mi, pero el problema fueron las cantidades. Yo cocino para mi, yo que cantidad es buena para mi. Aquí pusieron una olla grande y me saque lo que quise. Como venia con hambre, repetí. Además como teníamos que esperar a que llegase una cuarta persona me sacaron picoteo. Y me ofrecieron dulces, que rechacé. Pero los pistachos no por que se supone que ahora debo comerlos para no bajar mas de peso y por las proteínas por ser vegetariano.

Tras eso empieza la partida en si. Llegaron personas inesperadas que trajeron comida y picoteo. Me llegaron incluso a ofrecer chocolate. Me puse fatal. Mi fortaleza decrecía por momentos. Iba cuesta abajo y sin frenos. Me lleve un chasco tremendo, por que aquello fue lo contrario a lo que me esperaba. Me había confiado pensaba que iba a pasar aquella tarde sin tener que preocuparme de la comida y de repente me vi en la primera línea de fuego, con tentaciones a cada rato. Me salía al balcón para mirar al cielo y tranquilizarme, pero aun así me seguían. Comían al lado mía, me ofrecían. Yo no sabia donde meterme. Me puse muy deprimido, pero sin llegar a tocar nada. Eso si el mal rollo que tenia se me notaba. Incluso me preguntaban que me pasaba.

Fue salir de su casa, dejar de ver comida y ponerme de mejor humor.
En el cine me ofrecieron palomitas. Dentro de la gravedad del asunto, eso no fue nada.

Luego fuimos a cenar a un restaurante. No entre a cenar, preferí saltarme la cena y quedarme fuera hablando por teléfono. Fue la manera de reconducir la cuesta abajo sin frenos hacia la recaída.

La abstinencia cuesta, duele, es muy sufrida. En los primeros momentos hay que superar el mono de comida.

El lunes me quede sin comida en casa. El martes por la mañana entre en una tienda. Logre dejar de lado todas las tentaciones y comprar una bandeja de 6 manzanas. A la tarde solo llegaron vivas dos, cuando yo normalmente solo me como una al día.

Además en mis continuos ires y venires del baño, me encontré con la tentación en la cocinita del trabajo que esta justo frente a la puerta del baño. Alimentos de desayuno allí abiertos. Una compañera se ríe de mi. Me dijo “mira voy a comer esto y voy a estar mas gordita”. Y yo le respondí con educación “que aproveche”, y otra tercera dijo, “ya dices eso pero seguro que no lo piensas.” Automáticamente pase del tema. Se que en el trabajo tengo que estar quedando como el rarito, por que ellos comen todos juntos y yo como aparte. Y que. Me da igual. Mi abstinencia lo primero.

Pues en estos ir y venir del baño, vi allí el paquete de galletas casi a terminar. No se por que me dio por coger una. Por que mi voluntad venia minada después de todo el fin de semana de altibajos. Por que esa mañana me estaba resultado especialmente dura, o no. Un jefe me estaba dando por saco. Había perdido una buena oportunidad para cambiar de trabajo. Pensaba que me había cargado un ordenador (luego lo arregle), y encima me veía otra vez teniendo que ir a la ciudad de donde me fui para cerrar un cliente. Además en el cumpleaños sentí por primera vez el querer ser un comedor normal, me sentí preso de una injusticia. ¿Por qué no podía yo comer una simple galleta? Comí primero dos. Luego empecé con las manzanas. Y al final de la tarde comí otra galleta.

Además no logre juntar fuerzas para llamar a mi padrino. Al final de la tarde logre llamar a una compañera y comprometer con ella mi cena. Pude entrar en un supermercado y no comprar nada compulsivo para mí. Tres manzanas, tres galletas, y una comida de tarro de campeonato. Por haberme fallado. Estaba masticando y estaba pensando en escupirlo. Ya no reaccionaba como la semana antes que cuando veía una de aquellas galletas las tiraba a la papelera.

Aquella cocinita pequeña se ha convertido para mi en muy compulsiva. Así como el piso de mi amiga, por el continuo ir y venir de gente, por tener barra americana, por tener la nevera en el salón, por tener un mueble despensa con la comida al aire.

Pero yo también me lo he buscado: por hacer compras mínimas y permitir que la comida se me acabase. Por saltarme comidas. Por pensar que estaba preparado para salir a la vida, y enfrentarme a la comida. Que esta ahí esperándome, astuta, sigilosa, taimada, en la sombra, esperando a que yo me descuide para hacer presa en mi.

Además yo mismo me busco la recaída. Como allí ahora tienen cosas de desayuno, y yo estoy todo el día a base de agua, mis idas al baño son continuas. Si no bebiera tanto agua no iría al baño. Podría ir al baño fuera de la oficina, bajar al bar a mear. Se que suena ridículo. Oye este es otra vez el escudo ante la comida. Tengo que tener la suficiente fortaleza para poder pasar por allí y no querer tocar siquiera una de esas galletas.

Solo tres galletas y el movidon que me monto en la cabeza. Cuando me di el atracón hace un mes estaba fatal. Noto que cada vez estoy peor. Que la enfermedad es progresiva.

2 Comentarios:

Blogger pepa escribio...

Hola de nuevo
Oye, he leído que no desayunas y que estás a base de agua... ¿no te parece un poco drástico?
Creo que debes (debemos) comer bien para estar fuertes, para rendir y para no estar dándole vueltas a la comida todo el día...
Es normal que bajes tanto de peso si no comer apenas... Me da miedo que vayas a caer en la anorexia...
Eres mi referente, mi apoyo y la única persona con la q puedo hablar de esta enfermedad ¡¡quiero q estés bien!!!
¿ok?
No te braseo más...

Un besito

29 septiembre, 2006 17:53  
Blogger m2c escribio...

eh que no que no estoy a base de agua y no desayuno. no me malinterpretes. tranquilidad. houston tranquilidad.

deayuno una taza de leche de soja, una taza de zumo, y luego algo mas solido: pepinillos, una fruta, garbanzos, tofu, lo que toque ese dia...

lo del agua es que habia una maquina de agua en mi antigua oficina y a base de estar bebiendo agua me tiraba el dia en el baño.

pero he cambiado de curro y estoy muy bien, he parado de resbalar.

animoooooo

10 octubre, 2006 22:34  

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